Una crónica de Chano Luquín
15 de nov de 20191 min.
Recordar este antiguo edificio es darle vuelo al imaginario, es situarse en el pasado y escuchar el bullicio de estudiantes de muchas generaciones deambulando en los pasillos y los patios; jugar en la añorada "huerta" y de vez en cuando "irse de pinta" a los predios aledaños de "Mi Tío Robalo" a cortar unos capulines o pichecuas o bien en su temporada, "un dore" de elotes tiernos..
Evocar aquellas inocuas "rivalidades" que dirimíamos a golpes en el atrio del Sagrario ante la euforia de los compañeros que se apostaban en las arquerías y en el interior para presenciar y animar aquellos inolvidables "duelos", muchas veces suspendidos cuando llegaba el fúrico Sacristán con descomunal cinturón en mano y un "Dos por tres" disolver el espectáculo, formándose un corredero de chiquill@s por las calles adyacentes..
Aquellos "agarrones" que nos dábamos con otras escuelas en los desfiles cívicos, tratando de demostrar ¡quien era La Vasco en materia de Escolta, Banda de Guerra y contingente marcial!..
Los hermosos paseos que nos ofrecían l@s maestr@s a veces a "Los Nogales" otras a la Pinera en la carretera a Uruapan con motivo de "Día del Niño"... ¡algo inolvidable!...
Es hacer un imaginario recorrido por los salones y ver a l@s Maestr@s Rosita Sandoval, Lucha Espinoza, Ma. Eugenia Salas, Pilar Torres, Arcadia Rangel, Martha Espinoza, Ana María Corral; Francisco Hernández, Margarito Rodríguez, Feliciano Cuamba, Héctor Solís, Baldomero Reyes, Luis Carbajal, Manuel Salas, Wilfrido Ziranda, Luis Sosa "El Tiros" y el Director, Antonio Salas León.. (los que menciono y otros que pueden faltar, son del tiempo de mi estancia como alumno.)