PÁTZCUARO, Michoacán.- Una de las fiestas religiosas tradicionales de Pátzcuaro, sin duda es la que se celebra en el barrio de la Cruz Verde, en honor a la Santa Cruz que se venera en la iglesia del mismo nombre ubicada en la esquina de las calles de Álvaro Obregón con Cruz Verde. Esta fiesta del 2 y 3 de mayo, se celebra desde hace bastante tiempo y año con año, los organizadores se esmeran en cuidar cada detalle para hacer de esta fiesta, una de las mejores, no solo de Pátzcuaro, sino de la región.
La Cruz venerada en la iglesia que lleva su nombre, tiene su historia y de acuerdo con datos de Enrique Soto González, cronista de la ciudad de Pátzcuaro, en su libro “Pátzcuaro, en la Memoria de sus Hijos”, señala que después de la conquista de Michoacán por parte de los españoles, el Caltzontzin Tanganxoan II, solicitó a Hernán Cortés la venida de misioneros franciscanos para llevar a cabo la evangelización de los indígenas en estas tierras.
Dicha petición fue aceptada por el conquistador quien residía en ese tiempo en Coyoacán. Cortés designó seis virtuosos varones y llenos de amor al prójimo y con deseos de trabajar por la gloria de esta nueva iglesia: Fray Martín de la Coruña, Fray Ángel de Salicento, Fray Jerónimo de La Cruz, Fray Juan Badiano, conocido como Fray Juan de San Miguel, Fray Juan de Bolinia y Fray Juan de Padilla. En la ciudad de Pátzcuaro se conservan tres cruces de las muchas que existían y están son: La Cruz del Humilladero, La Cruz de los Coyotes y La Cruz Verde.
El origen de la Cruz Verde, de acuerdo a lo que decían la gente más anciana del barrio en el siglo pasado, fue traída por el último emperador de Michoacán para evangelizar estas tierras. Otros manifestaban que fue Vasco de Quiroga quien legó esta reliquia, aunque otros dicen que fueron los seguidores de San Francisco de Asís quienes la hicieron para su veneración.
Desde que llegó el cristianismo a Pátzcuaro, la cruz ha estado en el mismo lugar, que era una de las entradas principales a la ciudad, pues por esa calle llegaban los habitantes de la ribera del lago de Pátzcuaro, ya fuera a vender o a adquirir sus productos que se exponían en ese tiempo en el tianguis de la Plaza Mayor (hoy Vasco de Quiroga).
Cuando los comerciantes de la región lacustre llegaban a vender sus pescados, flores y verduras, siempre escogían lo mejor para dejárselo a la Cruz, pues tenían la creencia que si le entregaban lo más grande y bonito, tendrían más ganancias y que la Santa Cruz los protegería en su camino. Es por eso, que siempre se le veía cubierta de infinidad de productos de esta tierra generosa.
EL ORIGEN DEL NOMBRE DE LA CRUZ VERDE
Según, Soto González, hay tres versiones diferentes del origen del nombre: la primera es que cuando los Franciscanos pensaron en hacer varias cruces y buscaron la madera idónea para elaborar estos símbolos cristianos, no les fue difícil encontrarla, pues en esta región todo era bosque y por lo tanto había bastantes tipos de madera para escoger. Para fabricar esta cruz a la que nos referimos, se escogió un encino joven muy frondoso que se encontraba cerca de donde la implantaron. Estaba colocada sobre un montículo de piedras lajas pegadas con lodo.
La cruz al ser puesta en veneración, comenzó a tener infinidad de devotos, al principio de le conocía como la Cruz de los Misioneros, pero conforme fue pasando el tiempo, la gente piadosa que se arrodillaba a sus pies a musitar alguna oración, notaba que la madera seguía muy verde, pues aún le brotaba agua y fue así que empezó a conocerse como “La Cruz Verde” y decía la gente que el encino con que fue elaborada la cruz se negaba a morir.
Otra versión es que cuando la cruz fue colocada en la pequeña Ermita para protegerla de la intemperie y para que estuviera en un lugar donde fuera visitada con más respeto y veneración por los que transitaban por esos caminos. Pero por esos caminos, dice la leyenda, había un hombre que se aparecía de vez en cuando y que salía al encuentro de los cansados viajeros que venían de Zacapu o de Erongaricuaro, o de alguna isla del lago y se detenían a rezar a la Cruz para dar gracias y al terminar sus oraciones, este hombre les acechaba y les decía que “la cruz estaba muy verde para hacer milagros”, con esas palabras irónicas y una risa burlona, el desconocido se alejaba con rumbo a La Valenciana y se refugiaba en una cueva, por lo que decían que se trataba del “enemigo malo”.
Una de las actividades que el grupo de guarecitas y guachitos hacen cada año durante sus recorridos del 3 de mayo, es la representación de una boda purépecha, así como la representación del inicio de la siembra por parte de los yunteros, aunado a que el mismo 3 de mayo, que es el día de inicio de la siembra, porque al decir de los campesinos, es el día justo para que haya una buena cosecha, lanzan al viento producto de su cosecha pasada.