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Por Jesús Eduardo Sáenz Ceja

LOS JÓVENES ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO


Científico ambiental, presidente del Tercer Cabildo Juvenil de Morelia y secretario del Sexto Parlamento Juvenil de Michoacán.

El cambio climático es un fenómeno que consiste en cambios a nivel global en los parámetros del clima, como la temperatura y precipitación, causado por la emisión de gases de efecto invernadero, como el bióxido de carbono, metano y óxido nitroso. Estos gases absorben el calor del sol en la atmósfera, lo cual paulatinamente está causando el calentamiento del planeta.

El derretimiento de los polos y el aumento en el nivel del mar son las consecuencias más conocidas asociadas al cambio climático. Los osos polares y otras especies están viendo reducido su hábitat. Países como Tuvalu en el océano Pacífico, o la isla mexicana de Cozumel, Cancún y parte de la Riviera Maya, podrían desaparecer por el aumento del nivel del mar. Por otro lado, los huracanes son más potentes, frecuentes y destructivos. En 2017 México fue azotado por el huracán Patricia, con categoría 5+ , el más potente de la historia. En ese mismo año, tres huracanes simultáneos (Katia, Irma y José) devastaron varios países del Caribe, como Puerto Rico, Cuba y Haití. También son más frecuentes las olas de calor, como sucedió en Morelia en mayo de 2018, cuando se alcanzó la temperatura récord de 38°C, mientras que los inviernos son más fríos. Cada vez llueve menos, y cuando llueve cae de forma torrencial. Éste fue el caso de Morelia en octubre pasado, cuando varias zonas de las partes bajas de la ciudad fueron inundadas.

Los incendios forestales son más frecuentes y severos, debido a que los bosques son más propensos a incendiarse por las sequías. Tan sólo el año pasado en Alberta, Canadá, un solo incendio afectó una superficie equivalente al estado de Querétaro. En nuestro país, en Saltillo, Coah., un incendio en abril siniestró más de 300 hectáreas, mientras que el incendio del Cerro de la Cruz, en Uruapan, Mich, devastó 250 hectáreas. Por otro lado, se prevé que los bosques de coníferas, como los de pino y oyamel, asciendan hasta 300 metros respecto a su altitud actual. Esto implicará una drástica reducción del hábitat de la Mariposa Monarca, y su posible desaparición de los bosques michoacanos, pues tendría que buscar bosques de oyamel en montañas más altas, como el volcán Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, para hibernar. De hecho, ya se encontraron nuevas colonias de mariposas en dichos volcanes, lo cual indica que la Monarca se está yendo de Michoacán.

La refinación del petróleo, la generación de electricidad, la industria cementera, el uso de vehículos automotores, la agricultura basada en la adición de fertilizantes químicos, la ganadería, los tiraderos clandestinos de basura, la deforestación y el cambio de uso de suelo son los principales generadores de emisiones, enviando el carbono almacenado en el subsuelo y en los árboles hacia la atmósfera. Esto está creando un desequilibrio en los almacenes globales de carbono, lo cual está cambiando el clima de la Tierra.

Cuatro son los escenarios de emisiones planteados por los científicos. El escenario más optimista contempla la reducción total de las emisiones y un aumento de 2.5°C en la temperatura global, mientras que el más pesimista contempla una tasa de emisiones como la que se lleva actualmente y un aumento en la temperatura global de 8.5°C, donde la vida tal y como la conocemos es imposible. Lamentablemente, y a pesar de los Protocolos de Kyoto, de Montreal y el Acuerdo de París, donde se contemplaba la reducción de las emisiones, la humanidad está caminando hacia el peor escenario.

Es aquí donde el papel de la juventud es crucial para mitigar las consecuencias del cambio climático. En estos momentos no es posible revertir dichas consecuencias. Sin embargo, esta generación de jóvenes debe cambiar su estilo de vida de manera personal y social, para que las generaciones futuras puedan gozar de un planeta habitable. Entre las medidas de mitigación se proponen las siguientes:

En el transporte, utilizar el automóvil sólo para lo indispensable. Moverse en transporte público, utilizar más la bicicleta y caminar distancias cortas, para dirigirse a los centros educativos o al trabajo. También afinar el automóvil, evitar frenar y acelerar bruscamente, así como no generar embotellamientos. En Morelia ya hay un avance importante, pues el 30% del transporte público emplea gas natural, que es menos contaminante que la gasolina. Sin embargo, se requiere hacer más eficiente al transporte público.

En el hogar, usar al máximo la luz natural, cambiar focos incandescentes por ahorradores, apagar luces y aparatos sin utilizar, pues si están conectados pero apagados, de todos modos, consumen energía. No meter alimentos calientes al refrigerador, pues esto genera que trabaje más el aparato con mayor consumo de energía del hogar. Tapar las ollas al cocinar también disminuye el consumo de gas hasta en un 25%.

En cuanto al consumo de productos, adquirir sólo lo que se necesite, comprar por el contenido del producto más que por su presentación. Eliminar por completo el uso de desechables, es mejor lavar que desechar. Llevar al trabajo o la escuela nuestro propio plato y taza, así como nuestro contenedor con agua. Evitar vestir con ropa sintética, pues está hecha con derivados del petróleo, mejor vestir con ropa de algodón producida en regiones cercanas, como en Cuitzeo y Moroléon.

También es fundamental reducir el uso de joyería y aparatos electrónicos. Por una parte, para extraer 8 gramos de oro se requiere remover una tonelada de tierra, además de que el oro se tiene que someter a un proceso de limpieza con mercurio, altamente contaminante. Por otro lado, los aparatos electrónicos, como el celular o la tablet, están fabricados con minerales, por ejemplo, las baterías de litio, las conexiones de cobre y componentes hechos con estaño, silicio y plomo, que deben ser extraídos de las profundidades del subsuelo, generando graves daños a los ecosistemas.

La separación de los residuos sólidos urbanos es crucial. Hasta el 50% de los residuos, si son separados adecuadamente, son reciclables. En México sólo el 12% de los residuos son reciclados, por lo que se requiere aumentar la cultura de la separación de la basura en la sociedad.

En cuanto a la alimentación, es necesario comprar en mercados y tianguis locales, más que en los grandes centros comerciales. La huella ecológica, es decir, la cantidad de energía para producir y transportar una lechuga producida en el valle Morelia-Queréndaro es mucho menor que una lechuga traída de California. También evitar adquirir alimentos empaquetados o enlatados, pues al final el empaque termina en la basura. Debemos procurar comprar alimentos producidos sin fertilizantes y pesticidas químicos, por lo que la producción agrícola con biofertilizantes requiere ser promovida con mayor atención. Evitar comprar alimentos que producidos de manera intensiva causan severos daños al ambiente. Por ejemplo, el aguacate, cuyo cultivo ha implicado la pérdida de 160 mil hectáreas de bosques en Michoacán. En este caso, adquirir variedades criollas, o producidas por campesinos locales o en nuestras propias casas. Si se tiene un pequeño espacio, cultivar plantas como el chile perón, jitomate, limón, cebolla, lechuga, coliflor, entre otros.

Finalmente, el cambio climático llegó para quedarse y no hay escapatoria. De seguir así, la humanidad está poniendo en riesgo su bienestar. Las consecuencias económicas de atender contingencias como inundaciones, sequías, huracanes, tormentas invernales, incendios forestales o la pérdida de especies como la Mariposa Monarca serán mayores que si adoptamos medidas de mitigación al cambio climático. Además, la era del petróleo barato terminará pronto, pues cada vez se tiene que extraer a mayores profundidades, lo cual aumenta los costos de producción, así como el precio de combustibles como la gasolina. De manera forzada, tendremos que cambiar nuestro estilo de vida, la forma de transportarnos, de alimentarnos y de consumo. Adoptar estas medidas mejorarán a corto plazo nuestro bolsillo y nuestra salud. Sin embargo, de nada servirá si no se respetan las leyes ambientales. Por ello, es necesario exigir a nuestras autoridades su cumplimiento y generar una normatividad encaminada a mitigar el cambio climático.

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