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  • Alejandro Martínez Castañeda

LA CATRINA, FIGURA DE DESCONTENTO SOCIAL E ÍCONO DE LA CULTURA MEXICANA


PÁTZCUARO, Michoacán.- “La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”, decía el caricaturista mexicano José Guadalupe Posada, creador de La Catrina, cuyo origen se asocia al descontento frente a las desigualdades sociales prevalecientes en el siglo XIX y que, con el paso del tiempo, se convirtió en un símbolo de la cultura mexicana y en un ícono de las festividades del Día de Muertos.

La Catrina originalmente se llamaba La Calavera Garbancera, esta palabra provenía de los vendedores de garbanzo, que siendo pobres aparentaban ser ricos y querían ocultar sus raíces indígenas; “situación que el ilustrador condenaba. Por ello, su calavera con sombrero, sin nada más, representa al garbancero: al que pretende aparentar lo que no es”, según fuentes históricas consultadas.

Posada (1852-1913) fue un destacado grabador e ilustrador que colaboró en medios como El Padre Cobos, El Ahuizote y La Patria Ilustrada. “Sus críticas sociales que evidenciaban situaciones de desigualdad e injusticia en el país y en la sociedad porfiriana, le hicieron famoso además dentro del arte popular por sus dibujos de calacas; las calacas o calaveras ilustraban corridos, historias de crímenes, a políticos, damas, toreros, etc.,”.

“La historia de La Catrina empieza durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz. En estos periodos, se empezaron a popularizar textos escritos por la clase media que criticaban tanto a la situación del país como de las clases privilegiadas. Los escritos, redactados de manera burlona y acompañados de dibujos de cráneos y esqueletos se empezaron a reproducir en los periódicos llamados de combate”, refieren las fuentes.

Las Catrinas también estuvieron acompañadas en los periódicos por las famosas “calaveras”, versos que en Día de Muertos se escriben para burlarse tanto de los vivos como de los muertos con el recordatorio de que todos nos vamos a morir, reflejando “la festividad” de los mexicanos frente a la muerte.

Influenciado por Posadas, el muralista Diego Rivera en 1947 bautizó la figura como La Catrina añadiéndole nuevos atributos: ropa, elegancia y porte, así como posa en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, donde también se encuentra representado el propio Posadas.

“Hoy en día, La Catrina, siendo una invención popular, se ha vuelto un artefacto popular y ha salido de los límites del lienzo o el grabado para ser parte de la cultura viva mexicana, de sus usos y costumbres. Parte de <lo mexicano> y de su posición frente a la muerte. La observa, se la acerca, la hace parte de su entorno, de su arte y es una artesanía que simboliza el mestizaje. Se ha vuelto artesanía que resalta la riqueza formal y espiritual del país”, destacan especialistas en el tema.

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