Armando Martínez
PÁTZCUARO, MICHOACÁN. - Sin importar el protocolo de sanidad, mucho menos la sana distancia ni el riesgo de contagios del coronavirus, centenares de gentes entre familiares, amigos, conocidos y curiosos, acudieron a dar el último adiós a Miguel y a su hija Ginebra, quienes fallecieron ahogados el pasado domingo 14 de febrero y encontrados ocho días después tras intensa búsqueda por parte de varias organizaciones, entre estas los pescadores.
Después de ser encontrados y velados en conocida funeraria a la que acudió un buen número de gente, la maña del lunes fueron llevados a misa al Santuario de Guadalupe, donde ya los esperaban unos grupos de toritos del carnaval, ya que Miguel era participe en estos cada año.
Tras las exequias y al tratar de ir al panteón con los cuerpos del papá e hija, por órdenes de la Fiscalía Estatal, fueron llevados una vez más a la funeraria para llevar a cabo los protocolos que se hacen en estos casos de muerte violenta y fueron “asegurados” los cuerpos ante la sorpresa de los acompañantes.
Tras algunas horas, los cuerpos fueron “liberados” y con el calor a cuestas, fueron llevados al panteón del Cristo, acompañados de tres grupos de toritos de petate, y donde por todo el recorrido lanzaron vivas y porras tanto a Miguel, como a la pequeña Ginebra. Durante el recorrido no se respetó ningún tipo de protocolo de sanidad, ya que la gente iba de la mano, o bien abrazados.
Se dijo que a las puertas del cementerio iba a haber vigilancia policiaca, para evitar el ingreso de los centenares de ciudadanos que acudieron a dar el último adiós a padre e hija.
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