MORELIA, Michoacán.-Este día se cumple el 78 aniversario del nacimiento del volcán Paricutín en la meseta púrepecha, el más joven de todo el continente americano, el cual cambió la vida de varias poblaciones indígenas, y es considerado una de las 12 maravillas naturales del mundo.
El Paricutín, un volcán situado entre el poblado de San Juan Nuevo Parangaricutiro y el poblado Angahuan (Uruapan), nacido en el año de 1943, “significó un evento natural extraordinario que, si bien maravilló a propios y extraños, también afectó intensamente la vida económica y social de familias enteras de las comunidades indígenas que sufrieron día a día la destrucción del lugar que los vio nacer”, recuerda la Universidad Michoacana.
De acuerdo con crónicas periodísticas, el 20 de febrero de 1943, campesinos se encontraban laborando en sus parcelas en las cercanías del pueblo Parangaricutiro, “cuando de pronto este empezó a temblar, se abrió la tierra y empezó a emanar un vapor muy espeso, a sonar muy fuerte y a volar piedras”.
“La duración de la actividad de este volcán fue de más de 9 años. La lava recorrió unos 10 kilómetros. No hubo víctimas humanas, dado que hubo suficiente tiempo para desalojar a toda la población. El volcán- que alcanzó una elevación de 424 metros - sepultó dos poblados: Paricutín y San Juan Parangaricutiro (de este pueblo solamente quedó la iglesia del lugar, parcialmente sepultada por la lava), cuya población fue reubicada a la que ahora se denomina San Juan Nuevo Parangaricutiro”, refieren fuentes.
“Los flujos de ceniza oscurecieron por años el paisaje de la Meseta Purhépecha y viajaron a través de la atmósfera hasta la Ciudad de México. Durante el proceso de erupción, se produjo que en menos de diez días la fauna silvestre prácticamente desapareciera. Del mismo modo murieron en pocos días 4500 cabezas de ganado y 550 caballos”, según Pedro Corona Chávez, investigador de la UNMSH.
Alejandro Martínez Castañeda *
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