*Artículo de Opinión
Muchos ciudadanos de Pátzcuaro nos congratulamos de que la presea Gertrudis Bocanegra se le vaya a entregar a la comunicadora Carmen Aristegui, una periodista que se ha ganado a pulso el reconocimiento de millones de mexicanos por la defensa que ha hecho del derecho de las audiencias a ser informadas, así como del derecho de la libertad de expresión de todo mexicano y por supuesto de los periodistas.
La convocatoria de la presea da pie para que puedan ser galardonadas mujeres de Pátzcuaro y de fuera, así que con ello se cierra cualquier discusión al respecto; por ahí se habla también de una politización de la presea por el hecho de que el año pasado se le entregó a la escritora Elena Poniatowska y ahora a la periodista Carmen Aristegui, que son consideradas gente de izquierda por parte de voceros del oficialismo. Lo que tendría que ser criticado es si tienen merecimientos o no, si están a la altura de quien le da nombre a la presea, Gertrudis Bocanegra.
¿Cuáles son los valores y/o virtudes cívicas que engrandecen la figura de la heroína de Pátzcuaro, en el contexto de la insurgencia de 1810?: heroísmo civil, resistencia, valentía, arrojo, rebeldía, sacrificio, patriotismo, lealtad a la causa nacionalista, entre otros valores.
Qué mejor ejercicio anual de la sociedad que buscar la actualización de los valores y virtudes cívicas de las figuras señeras de nuestra historia, en personajes de carne y hueso de la actualidad, que luchan dando la cara, cuerpo a cuerpo, tras ideales y metas que demandan sus mismas virtudes y civismos valerosos.
¿No acaso eso han significado los esfuerzos de la periodista Carmen Aristegui para realizar su trabajo informativo y de comunicación en un contexto de cooptación de los medios de comunicación y de los comunicadores, por un poder presidencial que no admite el ejercicio de un periodismo de investigación libre, independiente, comprometido con su audiencia?
En contraposición existe un periodismo que se ha ido imponiendo en los principales medios de comunicación, prensa escrita y de radio y televisión, convertido en vocero oficial y crítico de la verdadera oposición partidaria de izquierda, que a lo largo de los últimos tres sexenios se ha encargado de ir domesticando, haciéndola creer que es una izquierda moderna, la que necesita México, según ellos.
La oposición partidista de antaño está viendo que sus huestes se esfuman sin remedio, sin que por ello tapone sus oídos para dejar de escuchar el canto de la Sirenas. Bien por los ciudadanos con oídos abiertos a las voces con vocación democrática, como la de Carmen Aristegui
