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  • Daniel Márquez Melgoza

ENRIQUE PEÑA NIETO Y CARLOS FUENTES: ALGUIEN SE PASÓ DE VIVO


*Artículo de opinión

Cinco años después de los juicios lapidarios de Carlos Fuentes sobre Enrique Peña Nieto, al menos sus nombres se volvieron a encontrar en un acto cívico este 29 de mayo de 2017.

La interacción anterior: El candidato priista a la presidencia de la república, Enrique Peña Nieto, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, 3 de diciembre de 2011, confundió una obra de Carlos Fuentes, que mintió haber leído: achacó a Enrique Krauze la autoría de la novela La silla del águila, en realidad obra de Fuentes publicada en el 2003. Hubo reacciones en todos los tonos. La de Carlos Fuentes fue un juicio lapidario: “Este señor tiene derecho a no leerme, lo que no tiene derecho es a ser presidente de México a partir de la ignorancia, eso es lo grave…”

Y ya encarrerado, Fuentes sentenció: Peña Nieto “no está preparado para ser presidente de México; los problemas de México son demasiado grandes; los desafíos son enormes”; frente a esa realidad, “Peña Nieto se le hacía un personaje pequeño, muy pequeño…”, lo dijo a Carmen Aristegui en uno de sus programas de CNN de ese 2012, en fecha muy cercana ya a su muerte, que acaeció el 15 de mayo de ese año, sin poder presenciar el último debate presidencial que anhelaba ver, según comentó en dicho programa.

Por supuesto tampoco le tocó ya atestiguar el triunfo electoral de EPN y ver cómo se convertía en presidente de la República; y lo más grave: a Carlos Fuentes no le tocó ver los estragos de su clarividencia: en efecto, Peña Nieto no estaba preparado para ser presidente de México, su pequeñez intelectual no le alcanzó para resolver los enormes desafíos que pronosticaba el escritor de La región más transparente.

La interacción actual: los personajes en mención interactuaron en la entrega, el lunes 29 de mayo, en Los Pinos, del tercer Premio internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español, al escritor mexicano Eduardo Lizalde.

Paradójico reencuentro de los mencionados personajes, que tuvo lugar en un escenario nacional: violento, inseguro, de crimen organizado y narcotráfico desbordados, de muertes de periodistas nunca aclaradas, de corrupción política en los altos mandos del PRI-gobierno (funcionarios, gobernadores y ex gobernadores envueltos en manejos de corrupción a manos llenas), impunidad que cobija con un manto institucional todo lo podrido de la administración peñista, cuyos niveles de desaprobación ciudadana llegan a alcanzar el 86 por ciento, según alguna encuesta de opinión, la calificación más severa que se recuerde de un mandatario mexicano.

Todo ello como constatación de que EPN no estaba preparado para gobernar; desde el más allá Carlos Fuentes podrá estar reprochándonos: se los dije, el político mexiquense no estaba preparado para dirigir los destinos del país.

Síntomas de esa incapacidad y desgobierno adjunto se puede ver por todos lados; pero hay un indicador que los contiene a todos: el riesgo real de que el hartazgo de la sociedad contra su gobierno y partido se exprese masivamente en la elección estatal mexiquense que está teniendo lugar hoy domingo 4 de junio. Sin embargo, riesgo mayor es que la sociedad agraviada no sea capaz de imponer su voluntad sobre las maniobras desesperadas del sistema político para evitar su caída electoral.

Resumiendo, Enrique Peña Nieto no estaba preparado para ser presidente de México, lo dijo con anticipación el escritor Carlos Fuentes, poco tiempo antes de morir. No vivió para atestiguar la tragedia y novelarla. En cambio, Peña Nieto logró su ambición de ser presidente de la república sin tener la capacidad para tan grande responsabilidad: sí que se pasó de vivo.

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