El candidato Silvano Aureoles inventó en 2015 un lema de campaña para buscar la gubernatura de Michoacán; el lema rezaba: Michoacán está en ti. El 7 de junio de 2015 obtuvo el anhelado triunfo en las urnas. Pero en su caso, desde entonces y todavía ahora, Michoacán ha estado muy poco en él, porque su atención siempre estuvo en otro lado: negociar su candidatura a la presidencia de la República por su partido, el de la Revolución Democrática (PRD); luego ya en coalición, negociarla en el México al Frente, donde están PAN, PRD y MC.
Al no alcanzar su meta por ninguna de esas dos instancias partidarias, lo que le quedaba a Silvano Aureoles era olvidarse de la aventura electoral del 2018 y aplicarse a gobernar ahora sí en serio, sin distractores, la entidad que por angas o mangas ha estado tan mal gobernada desde 2002 a la fecha.
Es obvio que el gobernador Silvano Aureoles quedó dolido y sin alicientes para seguir gobernando, luego de la fallida aventura por la presidencia de la República, cuando todavía no cumple el medio tramo de su gestión. Fruto de esa distracción ha sido su reciente pronunciamiento en favor de candidato distinto al de su partido, y de candidato distinto al de la coalición electoral de la que forma parte el PRD: de plano se lanzó lejos al apoyar al candidato que representa al régimen político que la mayoría de los mexicanos aborrece, el priista, que representa José Antonio Meade como candidato presidencial.
Para mí que este pronunciamiento del gobernador Silvano Aureoles no fue por iniciativa propia, sino atendiendo la orden de pagar favores recibidos en el pasado. Para entenderlo hay que remitirse al periodo legislativo en que fue presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados (2014-2015). Fue en ese periodo cuando anidó en la mente y el corazón de Aureoles la semilla de la traición a las causas de la izquierda partidaria y social, para ver ya sólo el interés político personal.
En ese tiempo fue cuando el diputado Silvano Aureoles se sintió formando parte de la nata de la clase política gobernante; era tiempo en que a diario departía con Manlio Fabio Beltrones, el todopoderoso priista con más espolones en el ranking del más rancio priismo no cercano al grupo de Atlacomulco. Recuérdese cómo desde esa instancia camaral Silvano Aureoles comenzó a dejar sentir su poderío como futuro aspirante al gobierno de la entidad.
El gobierno y la Universidad Michoacana vivían tiempos de dificultades financieras de diversa dimensión, que impedían su sano desarrollo institucional, situación que supo aprovechar el encumbrado legislador michoacano desde la presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados para mostrar el músculo político del que ya había sido dotado, consiguiendo recursos adicionales para aliviar las penas financieras de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; exitosa gestión que lo perfilaba como el ineludible próximo gobernador de su entidad. A partir de ahí se especulaba que Silvano Aureoles tenía la bendición de Enrique Peña Nieto para ganar la elección el 7 de junio del 2015, como finalmente ocurrió.
El gobernador Silvano Aureoles se peleó con la coalición de México al Frente cuando perdió su postulación ante Ricardo Anaya; desde antes había renegado de AMLO, repitiendo los trillados lugares comunes de priismo y panismo contra el candidato presidencial de MORENA; hizo un mal cálculo o fue obligado a intentar catapultar con su adhesión al alicaído candidato José Antonio Meade. ¿En qué situación va a quedar el gobernador Silvano Aureoles, cuando eventualmente el candidato priista se vea obligado a bajarse de la contienda presidencial para favorecer al candidato Ricardo Anaya del México al Frente, para unir fuerzas contra AMLO? ¿Intentará regresar a los brazos de Morena y AMLO?
A lo anterior hay que sumar la ofensas a la inteligencia de los mexicanos, y michoacanos en particular, que están mayoritariamente con AMLO, al decir que se necesita ser un retrasado mental para estar con AMLO.
