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  • Redacción

Las cooperativas y el desarrollo local. El caso Tosepan




Por José Guadalupe Bermúdez Olivares


Al analizar hacia donde se orienta el quehacer de las cooperativas, en particular las de Tosepan, cuya experiencia es un referente en el movimiento internacional cooperativista, que coadyuva a la construcción de otros proyectos que impulsamos en diferentes territorios, encontramos claridad en su experiencia.


La unión de cooperativas “Tosepan Titanuske” inicia en 1977 en la zona nororiental de la sierra de Puebla, nace con una idea en su nombre, que implica un sentimiento de insatisfacción en la que se encontraban, vocablo náhuat que significa “Unidos venceremos” encierra esa decisión de triunfar, consigna que moviliza a quienes se asocian y caminan con una idea de construir juntos, similar a la frase de que un significativo y decisorio acto de rebeldía es estudiar para entender el mundo y poder transformarlo, esta cooperativa adopta la idea de que su mayor acto de rebeldía será construir condiciones para una nueva economía que les ponga en el centro como seres humanos.


Lo inmediato era encontrar una solución al problema de la carestía de la vida de las familias indígenas, quienes tenían enormes dificultades para adquirir los productos básicos para el consumo diario de sus familias.

Y cierto, como bien lo afirman “Nuestro proyecto es más que una cooperativa, somos un movimiento cooperativo indígena”, ya que cada día se incrementan sus actividades y por tanto el nacimiento de nuevas cooperativas: producción de café orgánico de exportación, pimienta gorda, miel melipona, caja de ahorro y crédito, servicios de salud, producción de cosméticos, turismo y hospedaje, entre otras. Su desarrollo es tan importante que han logrado atracción de voluntarios comprometidos con el bienestar de las personas que desean colaborar con su “granito de arena”, sin recibir pago por sus servicios, esto ha impactado positivamente en sus propias escuelas, de todos los niveles, en los que se forma a un ciudadanos comprometido con el desarrollo, con la felicidad y con el ambiente, es una visión de futuro que se trabaja articulado con sus valores comunitarios, sus lenguas originarias, sus conocimientos y solidaridad humana, su cosmovisión no se trastoca, sino que se concreta en muchos de los aspectos.


Es una gran labor la que realizan en la defensa del territorio al lado de otras organizaciones de la región, que les permite cuidarse del deterioro ambiental, cerrando el paso a talamontes y otros proyectos que no son benignos para un desarrollo sustentable. A esta labor alternativa se visualiza la asistencia técnica a las distintas áreas de trabajo en el campo que brinda la Cooperativa Yeknemilis cuyos técnicos comunitarios cuidan de la biodiversidad biológica.


“¿En dónde hay un banco? Preguntaba uno de los visitantes”, la respuesta era obvia, “los bancos no se interesan estar en donde no los preferimos, aquí tenemos nuestros propios bancos que son las cajas de ahorro y crédito”, de esta forma escapan a la voracidad de los banqueros, porque con este ecosistema tienen:


  • Microfinanciamiento.

  • Desarrollo de la Mujer a través de actividades productivas

  • Capacitación y Formación.

  • Turismo Alternativo.

  • Cadenas productivas

  • Mejoramiento de vivienda

  • Atención a la salud

  • Comunicación comunitaria


De esta forma el desarrollo no puede entenderse desligado del territorio y sus elementos constitutivos, como comunidad local, con sus dimensiones:


  • Cultural

  • Económica

  • Político institucional

  • Social

  • Ambiental


El territorio es ese producto social e histórico, lo que le confiere un tejido social único, dotado de una determinada base de recursos naturales, ciertas formas de producción, consumo e intercambio, y una red de instituciones (Rodríguez, 2003) y formas de organización que se encargan de darle cohesión al resto de los elementos.


Esta definición es una construcción teórica, como muchas que llegan a nuestras manos, pero cobran sentido cuando las ejemplificamos como lo es con Tosepan.


Una de las ventajas de trabajar bajo un ideal de una nueva economía, la economía social y solidaria y su instrumento, el cooperativismo, es que los problemas sociales tienen una magnitud diferente, por ejemplo, disminuye la pobreza y la exclusión, la desigualdad, la inseguridad y la violencia, el deterioro ambiental y desde luego que el deterioro del tejido social, porque se adopta una visión donde la felicidad individual se articula con el bienestar social, que son problemas del territorio, ello justifica una alta pertinencia de la economía social frente a problemas importantes, de otra manera sería casi imposible hacerles frente.


Es probable que quien lea estas líneas no le parezca concebible una construcción social como la que se explica, seguramente porque nos han “casado” con ideas neoliberales donde dependemos del capital financiero y de una visión de economía donde es mejor el que hace riqueza a costa de los demás, por tanto, su explicación del desarrollo será otra.


Pero cuando buscamos salida a los grandes problemas que tenemos, es mejor adoptar otra idea de desarrollo, con un enfoque territorial del desarrollo, ello nos ayuda a:


  • Explicar mejor las relaciones intersectoriales y potenciar el trabajo multidisciplinario

  • Integrar los ejes fundamentales del desarrollo sostenible, es decir: los aspectos organizacionales y económicos, las relaciones con el medio natural, la organización política y social y los aspectos culturales del territorio, pero sobre todo entender y gestionar el desarrollo más eficientemente, en colaboración con los actores locales.

  • Potencias la integración del conocimiento acumulado por nuestra sociedad a fin de alcanzar su desarrollo armónico y democrático.


Este enfoque territorial del desarrollo necesitamos adoptarlo para recobrarnos como sociedad y evitar seguir avanzando hacia el suicidio, detener esta crisis civilizatoria que nos destruye en todos los sentidos. Esto se logra al vivenciar los procesos de una economía social y solidaria, ya que con ella:

  • Se fomenta el desarrollo económico, social y ambiental –Bienestar de la comunidad

  • Se pone en el centro a las personas y el trabajo

  • Se resuelve necesidades locales con recursos locales

  • Creamos sustentabilidad social y ambiental

  • Generamos empresas de economía social

  • Se fomentan procesos autogestivos

  • Se crean empresas de economía social sostenibles y rentables

  • Se establecen nuevas relaciones de Cooperación

  • Logramos una intercooperación rural-urbana y multiescalar

  • Se retiene y redistribuye la riqueza en el territorio

  • Se trasladan las competencias del desarrollo a los actores locales (desarrollo desde lo local)

  • Se supera la visión del desarrollo desde el “asistencialismo” hacia estrategias inclusivas y macro de vinculaciones territoriales

  • Se pasa de la participación a la cooperación


Las cooperativas que estamos impulsando, para que sean fuertes y logren sobrevivir, no deben sentirse solas ni aisladas, sino articuladas con el movimiento internacional, con los esfuerzos nacionales de una nueva economía, como lo es Tosepan, pero sobre todo, con mucha relación con el entorno local, que les permita trabajar en crear las redes necesarias de ayuda mutua, de sincronización con otros en el mismo territorio y de convertirse en promotores de más empresas cooperativas en la localidad.


Referencias

Rodríguez, A., Echeverri, R., Sepúlveda, S., & Portilla, M. (2003). El enfoque territorial del desarrollo rural. Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura. San José de Costa Rica


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