Más allá del reciclaje: Urge el Derecho a la Economía Circular en México
- Laura Yépez

- hace 60 minutos
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Por Alejandro Martínez Castañeda
La imagen de un mundo que se agota no es ya una profecía, sino una realidad palpable. Hemos superado siete de los nueve límites planetarios, advertencia clara de que nuestro actual modelo económico de “extraer, usar y desechar” es una sentencia de muerte para el futuro. La respuesta, cada vez más urgente, se cristaliza en un concepto: la Economía Circular (EC). Pero, ¿es suficiente con reciclar más? Expertos de la UNAM señalan que no; necesitamos un nuevo marco legal robusto: el Derecho Económico Circular.
Por décadas, el Derecho Ambiental ha operado con un enfoque reactivo, como un “derecho blando” que a menudo cede ante la presión económica. Ha buscado mitigar daños, pero no transformar la raíz del problema. La EC, en contraste, propone un cambio radical: diseñar productos y sistemas para que los recursos se mantengan en uso el mayor tiempo posible, eliminando el concepto mismo de "desecho". Pero esta visión ambiciosa requiere de un andamiaje legal que la convierta en una obligación, no solo en una buena práctica.
Aquí es donde entra el Derecho Económico Circular. No es una mera adición al Derecho Ambiental, sino una disciplina emergente que busca ser un "derecho duro". Su propósito es vincular de manera imperativa todas las fases de la producción, distribución y consumo a los principios de circularidad. Esto implica reescribir reglas para que la reducción, reutilización y regeneración de recursos sean la norma, no la excepción. Elementos clave incluyen la adopción de estándares de calidad internacional como las normas ISO y, crucialmente, el fortalecimiento de la responsabilidad extendida del productor, que obliga a las empresas a gestionar el impacto de sus productos desde su concepción hasta su fin de vida.
Pero la circularidad no debe ser solo una cuestión de eficiencia técnica o, peor aún, de marketing* verde. Un reciente artículo de la UNAM hace un llamado a un principio ético fundamental: la justicia circular. Este concepto busca asegurar que la transición a un modelo circular sea socialmente justa, integrando la justicia climática (equidad, derechos humanos e inclusión) y la justicia energética (acceso equitativo a fuentes limpias). Sin esta base ética, corremos el riesgo de que la EC beneficie solo a unos pocos, perpetuando desigualdades.
En México, el camino es todavía largo. Si bien algunos estados como Querétaro y Quintana Roo han dado pasos con legislaciones en la materia, y existen 32 leyes federales relacionadas con el manejo de residuos, no hay un marco integral que aborde la circularidad desde una perspectiva sistémica. El gran desafío radica en la brecha entre el conocimiento académico y la voluntad política. Es vital que los diagnósticos y las soluciones que provienen de la academia se traduzcan en políticas públicas y leyes concretas y urgentes. Para ello, tal vez sea necesario articular las catastróficas consecuencias ambientales no solo en términos ecológicos, sino en su impacto económico tangible, buscando así motivar una respuesta más pragmática del sector público y privado.
La transición a una economía circular no es una opción, sino una necesidad existencial. Y para que sea efectiva, justa y duradera, debe estar respaldada por un Derecho Económico Circular que nos guíe hacia un futuro sostenible, donde el crecimiento económico no signifique la destrucción de nuestro planeta. El tiempo se agota, y la acción legal no puede esperar.





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